martes, 8 de febrero de 2011

Perfil de Maickel Melamed


Un luchador irreverente 
 Desde que nació se aferró a la vida. Decidió que a pesar de sus limitaciones físicas haría valer hasta su última fortaleza por demostrarle al mundo y a él mismo que “nada es tan grande como para no lograrlo”. Es maratonista, nadador, surfista, defensor de los derechos humanos y un soñador incansable de metas. Ahora, a sus 37 años, anhela participar en el Maratón de 42 kilómetros en la ciudad de Nueva York 

Mientras caminaba, el sol tostaba su rostro y el sudor le acariciaba sus sienes. Corrió 21 kilómetros en estado puro de concentración, y sólo llegó a percatarse por sus pulsaciones que cruzaría la meta en 6 horas y 32 minutos. Un tiempo que quizás para las 22.000 personas que participaron en el Maratón de Miami pudiera ser una eternidad, pero para Maickel Melamed, quien sufre de discapacidad motora, fue una experiencia única en la que cada pisada lo hacía sentir como un ganador. 

Así es Maickel: un luchador que sabe que lo importante no es llegar primero sino saber llegar. Lo sabe porque desde su nacimiento, hace 37 años, su vida ha sido un deporte extremo. En el momento del parto, el cordón umbilical que venía rodeando su cuello le causó asfixia y lo dejó sin movimiento. A partir de ese momento fue diagnosticado con retraso motor y con pocas expectativas de vida. No obstante, ese joven de ojos color verde aceituna, de brazos y piernas delgadas y con voz amable, desafió su destino para convertirse en un amante del deporte, un irreverente y un revolucionario de la paz.

Un soñador sin límites. Con Maickel se entra rápidamente en confianza. Primero porque es una persona extrovertida y segundo porque cuando se le saluda sólo hay dos opciones: abrazarlo o darle un beso en la mejilla. Esa formalidad de darle la mano no tiene cabida ya que ésta es un tanto débil para estrecharla o incluso para sujetar un vaso de jugo. Sin embargo, la fortaleza la lleva en el corazón y en la mente porque todo lo que se propone lo logra con perseverancia y paciencia. 

Hace cinco años, con el ascenso al Pico Bolívar en Mérida, logró lo que muy pocos han logrado en condiciones físicas normales: estar en la cumbre. Para él fue una experiencia mística en la que  coexisten la vida y la muerte. Pudo cumplir su objetivo como montañista, a pesar de que lo hiciera sobre los hombros de otro y no sobre sus propios pies. Maickel es de esas personas que le gusta llevar su cuerpo al límite y cada año se propone nuevos retos. Ha sido surfista, nadador, parapentista y paracaidista. Cada una de esas vivencias las ejerce con pasión para demostrar que nada es tan grande como para no lograrlo y que las cosas se obtienen paso a paso.  
  
Y es así, Paso a Paso hacia la meta el nombre de una de las iniciativas que el maratonista venezolano creó para inspirar a cientos de jóvenes y niños, en que todo lo que se propongan con trabajo y esfuerzo se puede cumplir. Sin embargo, no en todas las ocasiones fue fácil para Maickel demostrarlo.

En octubre de 2010, le fue declinado el permiso para participar en el Maratón de 42 kilómetros en Nueva York. Luego de varios meses de constante entrenamiento esta decisión fue una derrota momentánea para él y su equipo, pero también fue el impulso necesario para incrementar los esfuerzos en función de una meta. Su sueño sigue siendo participar en noviembre de 2011 en el maratón de la ciudad estadounidense. Para ello, cumplió uno de los tantos requisitos: medio maratón en Miami con el que además obtuvo una medalla de oro.

Un predicador de paz. Maickel Melamed se graduó como economista en la Universidad Católica Andrés Bello. Luego decidió ir a Londres a perfeccionar su inglés y descubrirse como individuo sin la presencia de su familia. Sólo lo acompañó Galo, su asistente desde hace 15 años, a quien considera su amigo inseparable. Regresó a Venezuela en 1999 y se encontró con el deslave de Vargas, un acontecimiento que provocó el despertar de su verdadera vocación: ayudar a los demás. 

Su filosofía de vida se basa en que todos tienen algo que aportar. Esta idea parece ser utópica, pero a través de Paz con Todo —otra de las iniciativas que Maickel lidera— pretende conseguir el camino de la humanidad sustentable, es decir, un vínculo entre sociedades en que las personas como entes integrales puedan hacer, aunque sea una vez al año, un día de paz.  

No todos comprenden su cometido, pues algunos consideran que es un concepto etéreo. Sin embargo, luego de casi dos años realizando campañas culturales y de concientización, la Organización  Naciones Unidas en Venezuela decidió trabajar en conjunto con esta iniciativa a favor de los derechos humanos. El objetivo es lograr que el 21 de septiembre, Día Internacional de la Paz, comunidades venezolanas con altos índices de violencia puedan sembrar la paz desde sus propias actividades cotidianas. 

Maickel no descansa, tiende a exigirse a sí mismo en todos los ámbitos de su vida. Se dedica también a dictar charlas de motivación a empresas y a personas. En ellas enseña lo importante de no desperdiciar el potencial humano y trabajar en función de las carencias y las fortalezas de cada uno. Su tiempo libre es escaso, pero eso no le impide aferrarse a su pasión por la gran pantalla, disfrutar de la música en vivo —en cualquiera de sus géneros— y tomarse un café en compañía de sus amigos. 

Si no se le conoce es difícil calcular su edad, pues casi todo el tiempo es un juguetón, cuenta chistes y utiliza palabras propias de veinteañero. Pero cuando se trata de responsabilidades se transforma, eso sí, sin abandonar la pasión inherente de la juventud. Su rutina es estricta en cuanto a su entrenamiento físico, todos los domingos camina largos kilómetros bajo la supervisión de su equipo de fisiólogos, pero cuando finaliza su meta no puede pasar por alto ese gustoso ritual de comer pizza.

Un optimista frente al espejo. “La espontaneidad me hace reír y la impotencia me hace molestar”. Aunque este último es un sentimiento contrario a lo que predica, él también ha sido víctima de ella. Su infancia fue feliz, pero la adolescencia se tornó en un momento oscuro en el que vivió en función de lo que le decían los demás. No obstante, en su proceso de madurez comprendió que no era igual al resto y que debía descubrir su diferencia. 

En el año 2000, luego de culminar su formación profesional Maickel, después de muchas carencias y sufrimientos, vislumbró que vivir desde lo que él es le daba tranquilidad y mayor aceptación. En ese momento se reconcilió con Dios y dejó de preguntarle: “¿Por qué a mí?”.  

Para Maickel no hay nada más romántico que una noche en la playa o un buen guayabo. Se ha enamorado mil veces y ha tenido infinitos desamores. Sus pocas relaciones han sido intensas, pero superan con creces esos intentos fallidos que al final fueron el camino para encontrar ese amor verdadero que incluso pudo durarle una noche. No siempre necesita amar y no cree en el matrimonio como la única vía para hacerlo.

“Pienso que definirme es limitarme. Tampoco creo en defectos y virtudes porque son conceptos que generan autocrítica, y la crítica sin ninguna sugerencia la considero inútil”. Le gusta sacar la mayor potencialidad en todas las aristas de su vida, pero también reconoce que no tiene mucha memoria. Por eso le gusta rodearse de aquellos que no tengan sus carencias y con personas que no piensen igual que él. 

Maickel viene de una familia judía, su madre Maritza y su padre Alberto han sido fuente de su inspiración y admiración. También se deja maravillar por un desfile de personalidades que lo alientan simplemente porque son personas coherentes en sus acciones y pensamientos. Simón Díaz, José Antonio Abreu y Luis Chataing son algunas de sus fuentes de inspiración. 

“Soy feliz siendo un incomprendido porque eso me hace exótico”. No comparte eso de que sólo existe un momento feliz en la vida, sino que existen momentos picos en los que hacer el amor, el nacimiento de sus sobrinos y que el Barcelona le gane al Madrid lo hacen explotar de alegría. Pero también entiende que existen momentos picos de tristeza. Hablar de la pérdida de su abuela y de su amigo montañista José Antonio Delgado,  hacen que sus ojos se nublen y que la voz se le quiebre.

Como La metamorfosis de Kafka, uno de sus libros predilectos, Maickel pone su fe y su entrega incondicional en buscar una visión de vida más integradora. Cree en que una persona siendo economista, pueda también ser maratonista, nadador, luchador por los derechos humanos y todo lo que se proponga. Sus sueños no son dos, no son tres, son muchos. Maickel Melamed quiere ser para su país y para el mundo un ejemplo de que lo imposible se vuelve posible cuando se lucha por alcanzarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario